La previa
¿Ir o no ir a Marrakech? Mientras estábamos planeando nuestro viaje de tres meses por Marruecos, nunca me surgió esa duda. De Marrakech había visto y escuchado de todo: fotos de lugares increíbles versus opiniones de otros viajeros que sigo y admiro diciendo que no les había gustado, con muy fundamentadas razones. Así que, antes de ir, ya sabía que había un 99,99% de probabilidades de que no me guste, pero de todos modos, mi sentido de curiosidad me hacía querer comprobarlo con mis propios ojos.

Pero antes de seguir leyendo, una aclaración: ¿qué es este posteo?
Esto es un relato de nuestras experiencias y es 100% subjetivo. Si lo que buscan es información práctica y útil para viajar por Marruecos, con estadísticas y los datos concretos, pueden encontrar todo eso y mucho más en este posteo: Marruecos: guía práctica para viajeros (haciendo click acá). Hecha esta aclaración, sigamos con el relato…
Por otro lado, Marrakech tiene a su favor el estar en una posición geográfica muy estratégica dentro de Marruecos y tener muchas conexiones, tanto para viajar por tierra como en avión (esto último no lo hicimos, pero es un dato importante). Así que viniendo de Fez y siguiendo rumbo al sur, inevitablemente teníamos que pasar por Marrakech, porque en Marruecos muchas veces no se viaja como uno quiere, sino teniendo en cuenta los medios disponibles. La cantidad de kilómetros pueden ser muy pocos, pero quizás no hay forma de recorrerlos, al menos en transporte público. Conclusión: teníamos que pasar por Marrakech, lo que podíamos decidir era si hacerlo sólo como una breve escala de pocas horas, o bien, si nos íbamos a quedar unos días. Nos pareció que estando ahí, queríamos darle una (muy) mínima oportunidad, así que decidimos quedarnos dos días.
El viaje
Una de las mejores cosas de ir a Marrakech fue el viaje que hicimos para llegar ahí en tren desde Fez. El tren es mi medio de transporte público favorito de todos los tiempos: te permite ver y disfrutar el paisaje, es cómodo, no le afecta el tránsito, es poético y así podría seguir un buen rato. También es una de las opciones más caras para viajar por tierra dentro de Marruecos. Y aquí tengo que agradecer a Omar, por insistir en tomar el tren, porque yo, como siempre, quería optar por la opción más barata, que era el bus (listo, ya saben quien es la Lita de Lázzari de la pareja…)

En las seis horas que duró el viaje fue muy interesante ir viendo cómo cambiaba el paisaje, saliendo de Fez donde todo era color amarillento / marrón claro gastado, pasando por un buen rato con vista al mar, algo de desierto, hasta que todo se tiñó de terracota, el color de Marrakech y de buena parte del sur del país.

Lo que encontré (o un cachetazo de realidad marrakechí o ¿por qué no me gustó Marrakech?)
El clima. La verdad es que esto no es culpa de la ciudad, ni siquiera es culpa de que fuimos en Mayo, que en Marruecos corresponde a una supuesta primavera. Simplemente tuvimos mala suerte, porque los 41 grados que nos agobiaron durante esos dos días, no son normales en esa época del año (aunque eso de la normalidad climática, ya no existe…) De hecho, tuve la curiosidad de mirar el clima en Marrakech en varias oportunidades en otros momentos del año (si, me gusta mirar el clima de diferentes ciudades del mundo, para ver en qué andan…), y estando en el pleno verano me sorprendió llegar a ver días de 25 o 30 grados. Entonces confirmé que si, que ese tema es una lotería y que simplemente nosotros habíamos tenido mala suerte.
Las motos. En la medina de Marrakech es imposible caminar sin que una, dos, tres, mil motos estén pasando a cada minuto a centímetros de vos, con todo el estrés por esquivarlas que eso implica. Los conductores están muy acostumbrados y son ágiles conduciendo entre masas de gente, pero para el que está recién llegado, la sensación es algo así como que vas a ser atropellado todo el tiempo.

Los precios. En Marrakech los precios se dispararon como un cohete y se convirtieron en algo sin sentido. Por ejemplo, por un plato de cous-cous, nos llegaron a pedir 2,5 veces más de lo que costaba en Tetuán o en Chefchaouen, y en lugares muy feos, con lo cual el aumento de precio ni siquiera estaba justificado por ser un lugar agradable donde daban ganas de estar ni muchísimo menos.
La relación locales versus turistas. Antes de llegar a Marrakech no me había parecido que los vendedores o la gente en general, fueran pesados ni estuvieran todo el tiempo queriéndote vender algo. Esto era algo que había leído mucho antes de viajar a Marruecos pero hasta ese momento y para mi enorme sorpresa, no había pasado. En Marrakech, en cambio, es imposible estar un segundo mirando un mapa, porque inmediatamente aparece alguien te que quiere llevar en su taxi, moto, burro o quiere que lo sigas para después cobrarte por el “servicio de guía”. Eso me irritaba muchísimo. Para cuando llegamos a Marrakech ya habíamos viajado tres semanas por Marruecos y más o menos habíamos aprendido a orientarnos en las medinas, mirar mapas, etc. No me gustaba que lo que denominé “caza-turistas” nos vieran como seres inferiores que necesitan ayuda hasta para respirar y no son capaces de manejarse de manera independiente. Si hubiéramos querido viajar de esa manera hubiéramos contratado “tours”. Pero nos gusta viajar de manera independiente y poner a prueba nuestro sentido de orientación y supervivencia, aún cuando no entendemos el idioma o el mapa, para mí es un reto a superar, no me gusta que interfirieran con eso y muchísimo menos si viene acompañado por el pedido de una retribución. Así como me gusta estar, por ejemplo, en Madrid y tomarme el tiempo necesario para ver el mapa del metro y entender qué combinaciones tengo que hacer, también me gustaría poder estar tranquila en la medina de Marrakech, y tomarme el tiempo necesario para mirar el mapa y encontrar mi camino.
Los engaños. En la plaza principal de Marrakech Yamaa el Fna, está repleto de todo tipo de cosas, desde encantadores de serpientes (lo cual me parece un horror y además es peligroso) hasta infinidad de puestos que venden jugos de frutas. Con los 41 grados que hacía, nos inclinamos por este segundo grupo y nos compramos dos jugos de naranja que costaban 4 Dirhams cada uno. No sé si era el calor y que mi cerebro debería estar derretido para esa altura, pero pagué con un billete de 100 y me dieron vuelto de 2 Dirhams y yo, distraída me estaba yendo cuando Omar se dio cuenta del error. Les dijimos a los vendedores y otra vez nos dieron mal el vuelto, seguían faltando 50 Dirhams que tuvimos que volver a reclamar. ¿Marrakech y dos errores de entrega de vuelto? Quizás soy muy desconfiada pero me cuesta creer que haya sido (tanta) casualidad junta…

Por último, la sensación de que te vean todo el tiempo como una máquina que lo único que hace es entregar dinero por y para todo, y no como un viajero que está intentando conectar con un nuevo lugar, conocer sus costumbres y vivir a la manera local.
El post-Marrakech (o las conclusiones que saqué)
Por momentos se me hizo difícil luchar contra esa maquinaria “caza-turistas” que tienen armada hace mil años. Piensen que Marrakech tiene una enorme cantidad de vuelos low cost que la conectan con muchos puntos de Europa, por lo que es muy normal que mucha gente que viene de Europa vaya a Marrakech como una escapada de fin de semana o por poquitos días. En ese momento (que no para nunca, porque el turismo es como un río infinito), es cuando esta maquinaria se pone en acción, con gente que acaba de aterrizar en Marruecos y aún no tiene la experiencia para saber qué esperar o cómo manejarse y terminan siendo engañados o estafados y muchas veces ni siquiera lo saben.
Pero esa estaba lejos de ser nuestra situación, nosotros llegamos a Marrakech en medio de un viaje de tres meses por Marruecos en modo bajo presupuesto, así que (por suerte) teníamos algunas herramientas más para luchar contra esa maquinaria. ¿Cómo? Tratando siempre que sea posible de hacer cosas locales o como lo harían los locales. Una cosa bastante fácil en Marrakech es usar colectivos y no taxis. El colectivo cuesta 4 Dirhams (40 centavos de Euro) y evita todo el agotamiento del regateo con los taxistas, que intentan cobrar precios irrisorios por viajes que en realidad cuestan muchísimo menos (información chequeada con locales). La empresa de colectivos en Marrakech es Alsa (que también está en Tánger, Agadir y Khouribga) y tiene página web (www.alsa.ma) en la que se pueden chequear todos los horarios, paradas, precios y recorridos. También se encuentran las paradas de los colectivos e indicaciones en Google maps, por lo que moverse de esta manera es muy fácil, mucho más auténtico y permite alejarse un poco de esa sensación de que nos estén acechando todo el tiempo para sacarnos dinero.
Más allá de todas esas cosas que no me gustaron, no me arrepiento para nada de haber ido, sino todo lo contrario. A veces, hay cosas que tenemos que ver con nuestros propios ojos para entenderlas, para ver si nos gustan y en caso de que no, para poder fundamentar nuestras razones. Eso me pasó con Marrakech, yo tenía el llamado de conocerla, sentía que no podía viajar durante tres meses por Marruecos y no conocer Marrakech, así que eso fue lo que hice. Si lo que encontré ahí me gustó o no, es otro tema…
La otra cara de Marrakech (o todo lo que baja tiene que subir)
Y como todo es un equilibrio, para compensar que Marrakech no nos gustó, fue la ciudad donde nos hospedamos en uno de los lugares más increíbles en todo nuestro viaje, una vez más, gracias a couch-surfing.
Ahí nos recibió Loek, un holandés que tiene 75 años de vida y 10 de vivir en Marrakech, donde tiene el Riad Aicha (www.ryadaicha.com). Ahí Loek nos ofreció una noche de alojamiento gratis a cambio de historias y anéctodas y nos recibió con toda la hospitalidad del mundo: bienvenida con té de menta, típico en Marruecos, noche de vino y mañana con el mejor desayuno que tuvimos en todo nuestro viaje por Marruecos, junto con los demás huéspedes del Riad.


¡Ojalá llegue a esa edad con la jovialidad de Loek! Un aventurero nato, un viajero del mundo, de esos que da placer escuchar sus relatos.
Entre algunas de sus historias, Loek nos contó que escaló dos veces el monte Toubkal, que con 4167 msnm es la montaña más alta de Marruecos y de todo el norte de África. También recorrió Islandia y Cuba en bicicleta, y tantas otras cosas más.
El riad de Loek fue donde quisimos que el tiempo se detuviera para quedarnos un ratito más. Fue nuestro refugio de la hostilidad de Marrakech. Fue paz y equilibrio, donde por un día, pudimos descansar.
¡Muchas gracias Loek por recibirnos! Te estamos eternamente agradecidos.
Bonus track
Para cerrar, los dejo con algunas fotos de la medina de Marrakech, que por supuesto y a pesar de todo, tuvo rinconcitos que me gustaron.


PostData 1: si quieren ayudarme a seguir con este proyecto, ¡no se olviden de compartir!
Si tienen alguna duda, consulta o sugerencia, pueden dejarla en los comentarios más abajo. Y si creen que a alguien le puede servir o interesar esta información, ¡les agradezco mucho que la compartan!
PostData 2: ¿cómo seguimos?
Si quieren leer sobre lo que siguió después de Marrakech, pueden hacer click en la foto de abajo para leer el siguiente posteo…
Quiero viajar a Marrakech soy mexicana pero en cuanto sale un viaje redondo y hospedaje en el lugar mas barato y cual es la epoca del año donde sale mas economico viajar?
Hola Edith, cómo estás?
No te puedo decir cuánto sale un viaje redondo y hospedaje, no soy una agencia de viajes. Te todos modos te dejo en este link una guía práctica que escribí sobre nuestra experiencia viajando durante tres meses por Marruecos.
https://escribiendoporelmundo.com/guias-practicas/por-destinos-guias-practicas/marruecos-africa-por-destinos-guias-practicas/marruecos-guia-practica-para-viajeros/
Quizás te puede servir, pero como decía, todo lo figura en la guía es basado en nuestra experiencia y el tipo de viaje que nosotros hicimos.
Espero haberte ayudado.
Un saludo!